5.14.2009

IFLAC ESPAÑA- Harmonie Botella

70 años después.

Con la mirada extraviada perpetúas
este fratricida aguacero
que acuchilla las amapolas sangrientas
de un deslucido marzo asesino.

En el malecón del pacto corrompido,
tu muñeca rota llora frente
a los buques del olvido,
a la promesa mugiente,

a la victoria anhelada,
del náufrago sofocado
en la marea gélida
de un puerto condenado.

70 años después evocas
la azabache mirada
de estas familias aterradas
que perdieron la última alborada.

70 años después reclamas
el fin de la amnesia,
el reconocimiento de la memoria
de estas almas olvidadas.


Almeria.

Alborada rajada desde el mar turbado
por los estallidos inmorales
de un cielo herido por la locura.
Caminos sin fin,
rutas que se pierden,
Maleta perdida y resquebrajada
donde agonizan las míseras prendas
del ayer y del mañana.
Lamentos desabridos de un niño descalzo
al borde del precipicio de la confusión.
Muñeca rota en la acequia de la muerte,
niña sin rostro llamando y buscando a su madre
entre los cuerpos que ya no son cuerpos, sino desperdicios...
No existe la piedad sino el doloroso grito del miedo,
de la incomprensión de un pueblo que agoniza
bajo el yugo de la contienda fratricida .
Hace setenta años...
y podría ser hoy


José Chaves : pasajero del Stanbrook

Senderos estáticos, retorcidos
que se pierden en el musgo glauco
de las reminiscencias y del devenir.

Senderos obsoletos que se desvían
en los meandros opiáceos de la mente
y del recuerdo agrio del ayer.

Senderos henchidos de grietas
que ciñen la memoria frágil
del hombre sin fe y sin señas.

Sendero de las emociones escondidas
entre las páginas céreas de un almanaque
que alguien arrancó de unas paredes polvorientas.

Sendero mutilado de la vuelta al hogar,
no sabes si avanzar o retroceder
hacia ese mundo que ya no te pertenece

Sendero de ida y vuelta
sendero sin principio y sin fin
sendero de la vida y de la muerte.



Respuesta a Miguel


En nuestra tierra ahogada de sangre y odio,
en los surcos recónditos de nuestras vidas dolidas,
busco la caricia de tus labios, la sonrisa de tu mirada,
persigo la suavidad de tu cuerpo amante y amado.

En nuestra tierra que llenaste de simiente
me tumbo y lloro por no oír los estallidos de la contienda,
por no ver los desgarros sangrientos de la triste noche,
por no oler los efluvios pestíferos de la muerte.

En nuestra tierra que vio como concebimos a nuestro hijo
dejo caer las lágrimas punzantes de la desesperanza,
rasco con mis uñas rotas la tierra que encubre las semillas,
ensucio mis manos con el lodo inmundo de la guerra.

En nuestra tierra envenenada por el odio,
yo, la esposa del soldado, espero tu retorno
espero que veas nacer el fruto de mis entrañas
espero que regales la paz a nuestro hijo.



Rostro angelical
.
Rostro angelical de un niño de doce años,
de un niño que no sabe lo que es la guerra
de un niño rubio, de pelo ondulado con la mirada perdida.
Su cuerpo sentado descansa contra el árbol
más alto de su jardín, el árbol que lo vio crecer.
Rostro angelical de uno niño que no entiende
porque él está apoltronado sobre los nudos retorcidos
de lo que mañana será madera, leña o fuego,
de lo que mañana no existirá
de lo que mañana será ceniza.
Rostro angelical de un niño que hace un rato
jugaba con sus amigos a la gallinita ciega
y ahora está reclinado sobre un tronco que le muele la espalda
y le tapa la carnecería que hicieron unos militares
que dispararon sobre algo que se movía.
Rostro angelical de un niño que llora de dolor
cuando ve que sus padres fallecieron hace un instante,
que sus hermanas se desangran en un banco,
y que a él poco le queda
porque su hermano de leche acaba de dispararle en el pecho...


Quiero olvidar.
Quiero olvidar a este hombre que murió
porque no opinaba como los míos.
Quiero callar el suspiro sombrío
de estas amapolas negras
que crecieron sobre los cuerpos vencidos,
estos cuerpos que yacen en el sepulcro del rencor,
y que mueren cada día un poco más
porque la misericordia tiene amnesia.
Quiero olvidar estos seres desencarnados,
estos ojos que veían la muerte,
estos labios que presentían la tortura,
estas manos que se agarraban a las alambradas
de los campos de la ignominia.
Quiero olvidar a esta mujer que tuvo la culpa
da amar al que no ganó la paz,
a este mujer que arrastra su alma atormentada
por un campo segado de amor y de cordura.
Quiero olvidar a esta mujer sin luz
que mora en la agonía de los días que fenecen.
Quiero olvidar a estos huérfanos del exilio
que vagan por el mundo sin saber a que tierra pertenecen
porque un día maté a un hermano
que no opinaba como los míos.



GUERRA

El cielo fosco de la discordia
escupe el primer proyectil de la contienda
sobre los inocentes de la nueva era.
Una lluvia acerba de metralla fratricida
penetra el corazón de una humanidad
que se extingue apresuradamente.
Estallidos ensordecedores ascienden
hasta el estridente silencio de la amargura.
El niño aterrado huye de esta desquiciada disputa
anhelando las blancas alas de la paz ultrajada.
Sus ojos vacíos vislumbran las atrocidades
del milenio recién nacido y de la paz sepultada.
Su boca, sin voz, pide clemencia, amor y cordura,
mas los inquebrantables pájaros férreos
no entienden las palabras del cándido infante.
Sólo reconocen el dominio
injusto de la fuerza y de la desazón,
la hegemonía de la fortuna y de la demencia.



ESTALLIDOS


Infernales estallidos carmesíes
laceran mis oídos doloridos.
Corruptas detonaciones sangrientas
abruman mi cerebro cohibido.
Relámpagos de contienda salvaje
iluminan el cielo azabache.
Niños perdidos y heridos
corren perseguidos
por las ráfagas de metralla asesina
de los que antes fueron sus hermanos.
El desorden y el caos mortífero
se apoderan de los ciclos de la vida.
Insensiblemente la desazón
desarraiga los símbolos de la paz.



CAMINO HACIA EL INFIERNO

Camino hacia el infierno
van estos ojos desquiciados,
estas mentes abrumadas.
Bajo una aguacero de sangre ácida,
los inocentes transitan a través de la inconsciencia,
buscando la luz de la esperanza y de la justicia.
Justicia equivocada, paz troncada
que ceden el paso a los degolladeros.
Degolladeros de la nueva era.
Los almanaques se oscurecen año tras año
con el trance fulminante de estos ingenuos
que huyen hacia el matadero de la sin razón.
Camino hacia el infierno
van estos ojos desquiciados,
estas mentes abrumadas.



EL SOL MURIÓ

El sol murió. Lo mató un misil.
El cielo ambiguo y deslucido no tiene razón de ser
y paulatinamente se endereza
hacia los lodazales de la insensatez.
Las nubes mareadas se pierden en el sombrío anochecer
mientras el viento transita con su rancia congoja.

El sol murió. Lo mató un misil.
Los niños no conocerán ya los amaneceres de oro,
las primaveras púrpuras, las praderas esmeraldas,
los firmamentos cerúleos ni las olas añiles.
Llevarán el luto del astro perdido.

El sol murió. Lo mató un misil.



TIERRA

La tierra ensangrentada por el acero,
acuchillada por la codicia, la falsedad
acribillada por el mezquino poder,
destrozada por los vejatorios vertidos,
carcomida por la escabrosa inmundicia,
se viste de quebranto y de duelo,
cuando las trompetas de la querella
contaminan los elementos de la existencia.


SUEÑO
(Pintura de Enfero Cerulo: Sueño)

Con su vestido verde,
su pelo negro y desarreglado,
su cara apacible y bruñida,
sus ojos negros cerrados como almendras,
soñó con un mundo mejor
una naturaleza sin vertidos,
un planeta sin metrallas,
un país sin bombas inteligentes,
unas laderas sin mísiles,
unos militares sin armas.
Soñó con un mundo mejor,
un mundo donde los conflictos
se solucionaban dialogando,
un planeta donde los problemas
se resolvían con palabras.
Un país donde las leyes
impedían la contienda,
unas llanuras donde los niños eran felices
y los militares salvaguardaban la paz.
Soñó...


Tus ojos.

Tus ojos son dos sepulturas abiertas
donde se congregan los bramidos de los muertos
de la paz perdida, de la paz olvidada.

Tus ojos son la fosa de la mar agrietada
donde se hunden los barcos de la esperanza,
el tormento de los que surcan hacia el silencio.

Tus ojos son las cruces de los cementerios
donde no yacen los que creyeron
que volverían un día a su tierra herida.


Harmonie Botella

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