2.26.2009

Violencia conyugal


Violencia conyugal.

La violencia conyugal es el procedimiento según el cual un miembro de la pareja, a través de la fuerza y de la agresividad, establece con su pareja una relación de jerarquía. Según la revista virtual, Top Info, la Comisión Europea, subraya que, en el 98% de los casos, esta violencia de género es producida por el hombre.
Una de cada cinco mujeres es víctima de violencia que nace de las relaciones desiguales que existen en todos los campos sociales. Hasta hoy día se han educado a los hombres para ser fuertes, leaderes, y a las mujeres para ser sumisas y dependientes del sexo opuesto. La violencia de género se ha instalado a través de los siglos, en todos los estatus sociales, religiosos y culturales.
Los malos tratos se despliegan como un medio para establecer la dominación y el control sobre la mujer. Estos malos tratos surgen como intimidación verbal, sicológica y económica, amenazas y golpes. Golpes que derivan hacia la muerte de la persona maltratada.
Los agresores ejercen, a través de los malos tratos, su dominación sobre la pareja. Disimulan estos golpes, fingiendo accidentes domésticos, o los justifican, cuando están descubiertos, como una reacción por haber tenido problemas laborales u otros. ¿Qué elementos pueden desencadenar la violencia del hombre? Generalmente, si el varón ha recibido malos tratos durante su infancia o ha presenciado escenas violentas en el hogar, si es él quien administra la economía familiar, si los papeles esposo-mujer están repartidos según normas arcaicas, si la noción de masculinidad va a la par con la de inflexibilidad y honor, si el varón considera que la esposa es posesión suya, y él que tiene que dominar es él
Los resultados de la violencia doméstica, radican en heridas, contusiones y muerte. En el mundo entero, la mayoría de los homicidios de mujeres es provocada por sus compañeros o esposos. Existe otro tipo de consecuencias a este ensañamiento: las secuelas sicológicas que conducen a la mujer hacia la depresión y perdida de autoestima. Las mujeres maltratadas corren más riego de padecer fobias y depresiones que las demás mujeres
No existen unos rasgos exactos de la mujer maltratada. Sin embargo los sociólogos coinciden en el hecho que todas niegan, al principio, la violencia doméstica y que, después, demuestran un sentimiento de culpabilidad al pensar que son responsables de estos malos tratos. La mujer se ve atrapada en una telaraña de la cual no puede escapar. Atemorizada, piensa que la situación nunca cambiará. A veces, se figura que puede transformar el comportamiento de su esposo y deja que la vida siga su rumbo sin que la conducta de su cónyuge se modifique para nada.
Ella, víctima de la violencia de género, no actúa porque ya no le queda autoestima, sufre las reprobaciones de su entorno familiar, tiene miedo de encontrarse en la miseria si abandona el hogar, teme un castigo, se inquieta por la vida de sus hijos, se siente amenazada y, además, desconoce por completo sus derechos.
Andrés Montero Gómez, en su artículo: El Síndrome de Estocolmo doméstico en mujeres maltratadas, expone que numerosos factores ayudan a que la mujer disimule, lo que está ocurriendo y de esta forma obstaculice las investigaciones sobre el tema. Este silencio sobre los malos tratos nace del miedo, de la creencia que nada va a cambiar. La mayoría de estas féminas no han hablado con casi nadie de los malos tratos recibidos. Rechazar esta violencia significa transitar por un largo camino de introspección que haga ver a estas mujeres que no son responsables de la barbarie que se les inflige, que la ley del sometimiento es falsa y que ella, son seres como los demás y no esclavas apaleadas por su dueño. Harmonie Botella

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