9.25.2009
Cuento absurdo a la luz de la luna
Prólogo de Cuento absurdo a la luz de la luna
Harmonie Botella vuelve a la carga con su último libro de relatos en su lucha por despertar la sociedad del letargo materialista en que nos despeñamos el siglo pasado, y en el que continuamos más o menos hundidos. Para la autora —a la que el apelativo novel le viene ya pequeño—, éste es su sexto libro. Uno de los más redondos y polifónicos; tanto en prosa como en temática.
Con Cuento absurdo a la luz de la luna, la autora crea un espacio narrativo de confesiones a media voz en el que —bien en primera persona, bien en tercera— la vida de los personajes discurre nítidamente a la luz del astro nocturno. Son cuentos que son vidas y vidas que parecen cuentos por su absurda realidad. Nuestra vida se ha vuelto lunática, deforme. Y así sus personajes son presa del fado, de su propio destino, construido sobre decisiones forzadas, en las que el libre albedrío es un lujo al que pocos pueden aspirar. A menudo, a través de la vida, nos volvemos autómatas. Nos alienamos al sistema y a la imagen lunática de nosotros mismos. Y la propuesta de la escritora es mostrarnos esta elección. Denunciar la sociedad y hacernos más conscientes de nuestra capacidad para elegir a pesar de los condicionamientos sociales.
El mosaico de personajes dibujado en este libro de 23 relatos es el retrato de la fauna humana que sobrevive en los vericuetos de nuestra sociedad. Personajes apedazados, reconstruidos, supervivientes o tótemes caídos en su propio vórtice. Muchos de ellos son carne trémula para el voraz fuego del sistema capitalista o para el destino inefable que se levanta ante ellos, convirtiéndolos en víctimas o verdugos. ¿Qué más da el papel? La mayoría de los personajes de Harmonie Botella son esclavos. Bailan la danza que les ha asignado el dedo invisible de quienes manejan la maquinaria capitalista, claveteada y no en pocos apuros en estos momentos.
Historias de personajes que parecen reales, y que —pondría la mano en el fuego— son resultado de un exquisito proceso de literaturización de la realidad: historias ficticias a partir de seres humanos de carne y hueso. La autora es una genial observadora y, como buena escritora, sabe destilar el licor de las historias individuales y ficticias para levantar sus cuentos y, de paso, zarandear nuestras conciencias.
Y mejor será que el lector lo sepa desde el principio, porque está ante un libro de denuncia social. Y es que Harmonie Botella es de esa raza de escritores que luchan por sus ideales. Su vida y su obra son un ejemplo de su naturaleza rebelde, y su arma es el verbo y la poesía, pero también la acción social. Botella es fundadora de la Asociación de Nuevos Escritores de El Campello (ANUESCA), que organiza un encuentro de escritores y poetas anualmente; y es además activista en la Asociación Española de Afectados por Cirugía Refractaria y de la ONG Lápices. Es una mujer efervescente y tenaz, que persiste en su compromiso con la sociedad que le ha tocado vivir y que no escatima esfuerzos ni en su vida ni en su obra para crear un mundo mejor.9
Y en cuanto a la poesía, a la música interna de nuestros sentimientos encarnada en palabras, y a la que Harmonie Botella ha dedicado gran parte de su obra, debo decir que el estilo de numerosos relatos aquí contenidos es un flujo poético refinado y envolvente. Por citar algunos: Noviembre, Ojos pequeños y Oedipio, cuentos en que deja de lado el estilo de crónica biográfica en primera persona de otros relatos, y regresa al bálsamo de la poesía. Exhiben estos monumentos de prosa poética un uso refinado del lenguaje, el gusto por la palabra y por la plasticidad de las imágenes y un dominio prodigioso del color y de sus matices. En Noviembre la nostalgia del amor huele al marrón marchito de las hojas caídas.
En otros de sus relatos adopta un estilo más periodístico y directo, y tiende a rematar sus relatos con reflexiones sobre las confesiones de sus personajes. Y es que Cuento absurdo a la luz de la luna es un gran confesionario donde exorcizar las angustias que provoca el sistema de vida actual. Un espacio narrativo donde la autora ataca algunos de los valores míticos de nuestra sociedad; como por ejemplo la idea del sueño americano: «los países modernos donde el hombre es un hombre si alcanza el éxito material». A estas ideas locas de progresismo, desarrollo, productividad y pragmatismo económico y emocional, contrapone la experiencia interior de nuestro espíritu. Un hombre es un hombre si alcanza y nutre su propio espíritu. Para Harmonie Botella «la humanidad tiene un alma», pero en el estado actual en que se encuentra el alma de la humanidad, harapienta y arrastrada por el traje económico impuesto desde arriba, no hay mucho espacio para el ser humano.
Así que estos retratos son descarnados y directos. Son 10
una bofetada en la cara lector para despertarnos del sueño de la Mátrix. Somos seres humanos, y no máquinas ni animales salvajes. Tenemos deberes con nosotros mismos y con los otros. Y los relatos de Harmonie Botella son una oportunidad de adentrarnos en las desigualdades y la inmundicia de nuestra sociedad y tomar partido. Literatura comprometida, vaya. Compromiso, vigor y fuerza en su escritura poética y cruda, es lo que encontrará quien quiera adentrarse en este salón de los espejos. Y quizá, y sólo si somos sinceros, pueda uno descubrir el reflejo sombrío de alguna parte propia, íntima, en alguno de estos personajes lunáticos.
Orland Verdú
Barcelona, 22 de junio de 2009
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