1.06.2010

Te deseo





Te deseo primero que ames y que amando, también seas amado. Y que, de
no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes
rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin
desesperar.
Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e
inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno
en quien puedas confiar sin dudar.
Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni
muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te
cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos
uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo además que seas útil, más no insustituible. Y que en los
momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan
poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e
irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas
de ejemplo a otros.
...Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que
siendo mujer, tengas un buen hombre
Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya
maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques
al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es
necesario dejar que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de
todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con
injusticia y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un
jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te
sentirás bien por nada.
Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está
hecha un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero enfrente
a ti y digas: "Esto es mío", sólo para que quede claro quién es el
dueño de quién.
Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere
alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que
siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que
cuando estén exhaustos y sonrientes, aún sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte.

Victor Hugo

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