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Y ME DESNUDO LENTAMENTE
Y me desnudo lentamente delante del espejo traidor.
Mis piernas
engalanadas de sinuosas varices añiles
y de nubecitas foscas
sostienen un raudal de carnes grasientas,
que luchan año tras año contra el sobrepeso,
los dolores, los regímenes milagrosos
y los consejos de los médicos.
Mi cuerpo asqueado
por las dietas nacidas de la quimera,
la vida sana, el deporte moderado, la vida sin humo,
aguanta las miradas
inquisitorias de la familia y de los amigos
que no entienden que una mujer que fue bella y delgada
se transforme poco a poco
en un cúmulo de carnes flácidas.i
Y me sigo desnudando lentamente
delante del espejo traidor,
y veo mi mano atrofiada
que se balancea como una tonta
a lo largo de mi cuerpo, de mi cuerpo de mujer madura,
y distingo esa barriga, que alojó tantos embarazos,
esconderse con vergüenza detrás de la otra mano
que poco le falta
para seguir el camino de su compañera.
Y miro hacia abajo y oigo a mis pies casi perfectos
lamentarse de padecimiento y poca comprensión.
¿ Nadie aliviará su dolor?
Que se fastidien,
otras partes del cuerpo sufren y no se quejan.
Y cuando me fijo hacia arriba,
11mis ojos deformados y nebulosos
me recuerdan a través de unos nimbos foscos
que la vida pasa,
pasa sin reparar en los estropicios que causa,
pasa con demasiada premura, pasa sin vuelta atrás.
Y me sigo desnudando lentamente
delante del espejo traidor,
y percibo que lo único que me queda son mis neuronas,
más valiosas que un ejército de cuerpos de top-models,
mi amor hacia todos los que me rodean
y siempre el grito de la vida y de la libertad,
albergado en mis senos cansados y flácidos.
CHANEL NÚMERO 5
Un pergamino diáfano, con reflejos de mercurio,
ciñe tu cuerpo inseguro, tambaleante y postizo.
Carmín, fuego agresivo, garras de esmalte rubí
adornan el acabado de tus indolentes manos mártires.
Un eye-liner rectilíneo enmarca
el precipicio insondable de tus dilatados
y tumefactos fanales sombríos.
Un aroma falso de Chanel número cinco
embalsama tu cuerpo
y unos tacones erizados te ayudan
a subyugar tu peregrinación traidora.
Enmascarada de mujer soberana, potente y rica
deambulas como una alma sin fuerza
por la existencia con tu padecimiento interior,
anhelando que la vida te regale
el albor de la esencia vital.
Vergüenza y miedo son el pan de cada día,
vergüenza y miedo te impiden gritar al mundo
que eres una mujer mortificada,
que eres una mujer maltratad
Quiero olvidar.
Quiero olvidar a este hombre que murió
porque no opinaba como los míos.
Quiero callar el suspiro sombrío
de estas amapolas negras
que crecieron sobre los cuerpos vencidos,
estos cuerpos que yacen en el sepulcro del rencor,
y que mueren cada día un poco más
porque la misericordia tiene amnesia.
Quiero olvidar estos seres desencarnados,
estos ojos que veían la muerte,
estos labios que presentían la tortura,
estas manos que se agarraban a las alambradas
de los campos de la ignominia.
Quiero olvidar a esta mujer que tuvo la culpa
da amar al que no ganó la paz,
a este mujer que arrastra su alma atormentada
por un campo segado de amor y de cordura.
Quiero olvidar a esta mujer sin luz
que mora en la agonía de los días que fenecen.
Quiero olvidar a estos huérfanos del exilio
que vagan por el mundo sin saber a que tierra pertenecen
porque un día maté a un hermano
que no opinaba como los míos.
*Trescientas luces.*
Centelleos de primavera entre flores,
verduras, tenderos y estallidos
se disolvieron bajo las bombas y pesares.
Guiños aduladores e castos
resistiendo a la metralla homicida
se transformaron en muecas de dolor insolentes.
Noventa verdugos ennegrecidos
sobre los colores irisados y resplandecientes
con los estruendos sordos y asesinos
licuaron la sangre de los inocentes.
Trescientos albores se desvanecieron
en los relámpagos de una oscuridad tétrica
que los malditos pájaros del odio profirieron.
Trescientos candiles se apagaron
cuando las sirenas de Alicante
como desquiciadas a la muerte aullaron.
FEDERICO
Gemido de una guitarra afligida
suspiro de un abanico de seda
en la orilla de un río
orlado de olivos dolidos y mudos.
Llanto de una melodía
que se confunde con los lirios blancos
de un amanecer quebrantado.
Viento que desgarra el silencio
de una tierra ciega y estéril,
sofoca los candiles que agonizan
en los ojos vacíos del calvario.
Pueblo que sofoca en su crepúsculo,
que se aferra a sus rejas, a sus faroles
y teme el puñal insidioso
de la muerte que cala la aldea, roza los olivares.
Cuchillos taciturnos de plata blanca,
de sangre negra en el pecho del gitano.
Grito ahogado de las azaleas,
sombras negras de las viudas,
cuevas blancas y frías
que despiertan su luto al alba.
Saetas, muerte, azahar, Andalucía.
CANCIÓN DE LA ESPOSA DEL SOLDADO
En nuestra tierra ahogada de sangre y odio,
en los surcos recónditos de nuestras vidas dolidas,
busco la caricia de tus labios, la sonrisa de tu mirada,
persigo la suavidad de tu cuerpo amante y amado.
En nuestra tierra que llenaste de simiente
me tumbo y lloro por no oír los estallidos de la contienda,
por no ver los desgarros sangrientos de la triste noche,
por no oler los efluvios pestíferos de la muerte.
En nuestra tierra que vio como concebimos a nuestro hijo
dejo caer las lágrimas punzantes de la desesperanza,
rasco con mis uñas rotas la tierra que encubre las semillas,
ensucio mis manos con el lodo inmundo de la guerra.
En nuestra tierra envenenada por el odio,
yo, la esposa del soldado, espero tu retorno
espero que veas nacer el fruto de mis entrañas
espero que regales la paz a nuestro hijo.
¿PAZ?
Dicen que estamos en una época de Paz...
Será la paz troncada, la paz sangrienta,
de las silentes víctimas inocentes,
de los niños amputados por las minas personales,
de las madres en carne viva meciendo a sus hijos cadáveres,
de los padres que luchan contra ejércitos de otros progenitores,
de los políticos equivocados que invocan la concordia
para que miles de hombres inocentes e honrados
viertan su sangre tiznada por los ideales crematísticos
de los que se llenan los bolsillos a costa de la vida,
de la muerte de mujeres, hombres y niños.
Ignoro lo que es la paz universal, la armonía global,
la justicia ecuánime de los hombres que nos dirigen
y tienen que salvaguardar el único bien del mundo : la Paz...
Sólo se platica de mísiles inteligentes,
de maquinarias destructivas, de armas químicas,
de bombardeos, de terrorismo, de niños mutilados,
de armas soviéticas, de estrategias americanas,
de soldados europeos, del peligro amarillo,
de la represión, de la muerte, de los padres
que lloran sobre los despojos de un hijo
que creyó ver el vuelo quebrado de la paloma.
Mala ginebra
Tres lingotazos de mala ginebra
y el sueño punzante de cristales rotos
se solidifica en mis neuronas azabaches.
Entre dos caladas de un porro barato
reapareces silente como el grito de la noche,
destellante como la luna en el fondo de un pozo.
Unas pastillas más: unas blancas y otras azules,
para que vagabundees sobre la línea retorcida
del taciturno y callado horizonte dudoso
y te carcajees muda como una zorra
de la desdentada vieja vestida de quebranto
que impúdica roba mi alma hastiada.
Idilio ilícito ( inédito)
Idilio ilícito con el poder adverso,
coqueteo con el político omnipotente
para vengarse de la amarga traición
y castigar al sultán obsoleto.
Agrio despertar del día áspero
que esparce ceniza decadente
y nutre a una ávida población
envenenada y cegada por el embustero.
Colores sin eje.(inédito)
La luna lúbrica se licua en verde
el sol angelical se torna en blanquiazul
el cielo de fuego en hielo amarillo
y la lluvia translucida vira al negro.
Los colores que ya no tienen eje ni meta
se pierden debajo del sonrosado tul
del albino bailarín africano indocumentado
cuando aúlla la desvergonzada sirena del rio seco.
Harmonir
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