4.24.2009

TABUNA WONGO LIBBO de Maria José Arques


TABUNA WONGO LIBBO





-¿Qué me estarán diciendo todos estos doctores que me miran tanto? ¿Por qué tengo esta aguja en mi muñeca derecha? ¿Dónde están mis padres? Tengo miedo. Estoy cansado.¡Vaya, una hermana, qué alegría! Por fin alguien de mi color.
- Hola, ¿cómo te llamas?
- Tabuna, Tabuna Wongo Libbo. ¿Dónde están mis padres?
-¿Y cuántos años tienes?- inquirió la doctora.
-Doce. ¡Ah!
-¿Que te duele?
-Aquí, el pecho, al respirar.
-Rosa, trae una petición para Rayos. Tabuna, vamos a hacerte una radiografía.
-¿Qué es eso?
-Es una foto por dentro.
-¿Para verme por dentro? ¿Cómo están mis padres?
-Luego los veré y te diré cómo están.
-Espero que estén bien. Aquí vamos a vivir mejor. Podré comer todos los días cosas muy buenas y tendremos una casa como mi tío Pierre que vive en Huelva y coge fresas. Dile a mi mamá que estoy bien.
-Ahora vendrá un celador para llevarte al servicio de Radiodiagnóstico. Todo irá bien. No te preocupes. Rosa, pide a cocina un caldo, pescado, yogurt y fruta para la mil ciento diez.
La doctora Samb, inmigrante senegalesa ejercía la medicina en el Hospital de la Luz desde hacía diez años, cuando una Organización No Gubernamental la trajo a España con un contrato de trabajo en la mano. Daba gracias a la vida por la buena fortuna que su destino le había otorgado.
Con paso cansino, pues estaba de guardia desde el día anterior, se dirigió a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde permanecía ingresado el padre de Tabuna. Preguntó al intensivista de guardia:
-¿Cómo está el paciente de la mil doscientos tres?
- Está muy grave. Tiene un traumatismo craneal con una lesión fibrilar irreversible causada por algún golpe que debió darse con los movimientos de la patera. No creo que lo cuente.
-¿Sabemos algo de su mujer?
-Antes de entrar en coma, Toba nos dijo que murió en la patera y la tiraron por la borda.
-¿Ha muerto durante la travesía? ¿Estamos seguros de que el hombre de la mil doscientos tres es el padre de Tabuna Wongo?
-Nubah, en estos casos ya sabes que no podemos asegurar nada...
- La doctora Samb salió apesadumbrada de la planta de cuidados intensivos. Bajó al túmulo y pidió al auxiliar que le mostrara los cadáveres de los inmigrantes que habían ingresado la noche anterior y que habían fallecido irremediablemente. Sabía que buscaba una aguja en un pajar, pero siempre se había dejado guiar por su instinto y en esta ocasión sentía un impulso muy fuerte. El dolor se apoderó de su corazón cuando fue observando a sus hermanos senegaleses muertos. De repente, le llamó la atención una mujer que tenía algo escrito en su brazo derecho. Las letras se mostraban muy borrosas y parecía que habían sido trazadas con el pulso muy flojo. Sin embargo, al acercarse más pudo leer con asombro y tristeza: Tabuna Wongo. Un fuerte pálpito la llevó a destapar los brazos de los otros cuerpos , hasta descubrir que uno de los hombres que yacían inertes también llevaba escrito en su piel el nombre de Tabuna. Sin duda, antes de partir la pareja se anotó recíprocamente el nombre de su hijo sobre su epidermis, en previsión de lo que pudiera sucederles. Tabuna entró en el hospital abrazado al paciente de la mil doscientos tres y entre el desconcierto y la falta de un traductor, todos pensaron que eran padre e hijo.
Nubah Samb no se lo pensó dos veces y acudió al box de Tabuna.
El niño la miró con ojos húmedos e inquisidores, como temiendo lo peor.
-Tabuna, tus padres han muerto. Tendrías que volver a Senegal cuando te pusieras bueno, pero no será así. Te voy a adoptar y te quedarás conmigo.
El niño lloró en silencio durante largo tiempo. Nubah lo abrazaba con mucha ternura. La camisola del pijama se levantó en un movimiento involuntario y ella leyó en el vientre del muchacho:
Donelo Wongo
Tana Libbo


Hace mucho tiempo existían en la vida historias de pateras como ésta y no todas terminaban así


María José Arques Cano

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