Le train pour aller au lycée.
Le matin, on prenait le train pour aller au lycée
susurraba en mis oídos Gerard Lenormand.
La canción de mis ensoñados quince años zanganeaba
por mis neuronas y sobre las aceras apagadas, danzaba.
La cantinela fantaseada del lánguido amor desalentado
desentierra la espesa bruma de los gélidos amaneceres
que me escoltaban hasta el instituto, cerca de la catedral.
El café tomado de un sorbo en este bar que ya no existe,
rodeada por los estudiantes de la universidad de derecho,
bar donde nunca aparecías tú. Tú el que llevaba el mismo nombre
que el entrañable título de la canción de Gerard Lenormand.
Sueños y notas musicales entrelazados para concebir el futuro,
el ámbar devenir detrás de las muros rojos de mi ciudad.
Celeste sueño envuelto por las hojas pardas del otoño
o cincelado por los fríos y pulcros grumos del invierno.
Acariciando las quimeras del azulado amor platónico
Y las alucinaciones de la primorosa ternura del acontecer
me dormí camino del viejo instituto que vigilaba a las quinceañeras
y cuando desperté ya te habías bajado en otra estación del amor.
Harmonie
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