4.02.2011



A FEDERICO

Gemido de una guitarra afligida

suspiro de un abanico de seda

en la orilla de un río

orlado de olivos dolidos y mudos.

Llanto de una melodía

que se confunde con los lirios blancos

de un amanecer quebrantado.

Viento que desgarra el silencio

de una tierra ciega y estéril,

sofoca los candiles que agonizan

en los ojos vacíos del calvario.

Pueblo que sofoca en su crepúsculo,

que se aferra a sus rejas, a sus faroles

y teme el puñal insidioso

de la muerte que cala la aldea, roza los olivares.

Cuchillos taciturnos de plata blanca,

de sangre negra en el pecho del gitano.

Grito ahogado de las azaleas,

sombras negras de las viudas,

cuevas blancas y frías

que despiertan su luto al alba.

Saetas, muerte, azahar, Andalucía.

Harmonie Botella

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